Gamboa continúa desparecido y ya todos le dan por muerto. Suponen que, inconsciente por la niebla tóxica, caería al mar con el zarandear de las olas. Ramiro, sin embargo, está convencido de que Ulises asesinó al profesor y luego le tiró al mar. Cree que, tras la pelea, Ulises esperó el momento oportuno para seguir a Gamboa y dispararle y exige que sea juzgado por ello. El capitán no puede negarse, así lo establece el código marítimo, la Ley del Mar.

Durante el juicio, Ramiro presiona a Ainhoa para que diga que está enamorada del polizón. Así tendría un móvil para condenar a Ulises. El polizón prefiere autoinculparse y es encerrado en la bodega. Ainhoa no lo entiende y le pide explicaciones. Ulises acaba por confesar que la quiere.

La temperatura en el barco no para de subir y el calor empieza a hacerse insoportable para la tripulación. Tanto calor no tendría lógica ni estando en el trópico pero no es lo único extraño que está sucediendo. Decenas de cangrejos corretean por el barco y, aunque suponen una fuente de alimento inesperada, su presencia también indica que algo en el agua les ha impulsado a huir hacia la superficie.

El problema es que El Barco está justo encima de un volcán en erupción y la temperatura no para de subir. La doctora Wilson conseguirá fabricar el combustible necesario para que De la Cuadra y el Capitán muevan el Estrella Polar y salven a la tripulación.