La desolación y el miedo invaden el espíritu de la tripulación. Julia intenta transmitir algo de esperanza: según sus cálculos, tiene que haber tierra en algún sitio y, tarde o temprano, la encontrarán. Pero todos saben que no es tan fácil. No hay comida suficiente para navegar sin rumbo por tiempo indefinido. Sin frutas ni verduras en unos meses enfermarán de escorbuto. Y sin energía, la potabilizadora no funcionará y se quedarán sin agua.
Mientras hacen un inventario de todo lo que hay en el barco, encuentran una caja del Ministerio que la doctora no tiene apuntada en su lista. Al abrirla se encuentran con una pequeña caja metálica con un contador, un cronómetro que claramente está marcando una cuenta atrás. Sea lo que sea, les quedan 13 horas y 22 minutos.
Ramiro es incapaz de asumir lo sucedido. Está convencido de que todo es un experimento, que son conejillos de indias y sólo quieren estudiar sus reacciones. Intenta buscar en Piti un aliado para convencer a sus compañeros, pero éste está más preocupado por ver cómo puede aprovechar la tesitura y conquistar a Estela. Alegando que es un método infalible de distracción, Piti consigue convencer a la doctora para organizar citas de cinco minutos.