Algo ha sucedido en tierra a las pocas horas de que el buque escuela “Estrella Polar” zarpara de puerto. Tras una aparatosa tormenta no prevista, han dejado de funcionar todos los sistemas de navegación. Las comunicaciones se han interrumpido. Es como si no hubiese nadie al otro lado, como si el mundo, tal y como lo conocíamos hasta ahora, hubiera desaparecido.

La puesta en funcionamiento, después de varias averías, del acelerador de partículas construido en Ginebra ha fallado, provocando un nuevo Big Bang. Lo que parecía sólo una amenaza catastrofista se ha hecho realidad. Afortunadamente había previsto un “Protocolo Extremo de Seguridad” por si algo salía mal.

Sólo Julia, la científica del buque, conoce la importancia de que, durante la tormenta, el Estrella Polar permanezca en la falla natural que ella misma había marcado como coordenadas de destino. En pocas horas, comprenderá que algo ha salido mal y se verá en la obligación de contar a la tripulación parte de lo que sabe: existe esperanza más allá de la tragedia pero, por el momento, es mejor que sólo ella conozca toda la información.

¿Cómo iban a sospechar los tripulantes del Estrella Polar que el encendido de la máquina provocaría un nuevo Big Bang en el planeta, que los continentes se moverían, que el mar se tragaría el mundo, que peces desconocidos y monstruosos emergerían de las profundidades abisales, que no volverían a ver a su familia, a sus amigos?... ¿Cómo lo iban a saber, si no sabían ni lo que era un acelerador de partículas?